Corría el año 1909 cuando nuestra familia se trasladó de la capital al acogedor,romántico y casi insignificante villorrio de Miraflores. Al llegar de Lima,por tren ó el tranvía - inaugurado en 1905 - existe un amplio espacio,por el que se ingresaba al pueblo a través de la Alameda,bellamente enmarcada por ficus y que ha caracterizado desde siempre al distrito. Existe hacia el lado posterior,al pie de la línea férrea,un airoso y gracioso edificio de ladrillos rojos y de techo a dos aguas,poco utilizado por el predominio del eléctrico y que antaño fuera la concurrida estación del ferrocarril,inaugurado en 1857,del que alguien dijera que era el más coqueto de los embarcaderos de Lima.
Antes de ingresar al pueblo,en su periferia,siguiendo la línea del tranvía hacia el sur (Chorrillos),hay una finca grande integrada por una serie de pequeños locales,idénticos,seguramente de un solo propietario,de una sola puerta y careciendo de ventanas,ocupadas por personas modestas. A uno de dichos habitáculos era preciso acudir diariamente para recoger los ejemplares de suscripción de "El Comercio". Continuando siempre en la misma dirección,existía un descampado en el que un rancho de dos pisos era la residencia de la familia Letts Sánchez,integrada por dos bellas damas y cuatro caballeros. Retrocediendo al punto inicial y caminando siempre en la periferia,pero en sentido contrario,al norte,hacia Lima,existía una calle,como la anterior,denominada de Los Rieles,con escasos ranchos,entre los que destacaba,uno gracioso y bien cuidado,perteneciente al industrial italiano Amilcare Fasce.
La Alameda estaba formada por dos pistas y cuatro filas de ficus,una de ellas de tierra apisonada para los peatones y la lateral derecha para las líneas del tranvía,originalmente de tracción animal,siendo eléctrica con posterioridad. En la vereda derecha de la Alameda,una sencilla construcción servía de oficina y estación para los empleados de la Empresa del tranvía y para el uso de los pasajeros. En la misma vereda existían los siguientes ranchos : en la segunda bocacalle el de Don Eleodoro Romero,Vocal de la Corte Suprema de Justicia, de Don Leopoldo Pflucker,casado con Doña Margarita Cabieses y padre de Leopoldo,Roberto,Leonardo y Eduardo, de Don Arturo Arróspide,padre de los hermanos Arróspide De La Flor. Finalmente,el rancho perteneciente a Don Alejandro Prentice,tío de los Reyes Prentice,integrantes de nuestro círculo de amigos. Este rancho estaba apoyado en las tapias del gran corredor de Surquillo y con el tiempo,fue el lugar del inicio de la Avenida Arequipa. El rancho de Prentice,como siempre se le conoció,fue propiedad del Mariscal Necochea,fallecido en 1874.
Al comienzo de la Alameda,en la vereda izquierda,existió un pequeño rancho,propiedad de la respetable matrona Doña Adriana Rescio de Porta,viuda de uno de los descendientes de Don Domingo Porta,caballero italiano,conocido por el empeño en el progreso de Miraflores. Doña Adriana,con el correr del tiempo,fue tronco de una distinguida familia de la localidad. En la misma vereda,la pequeña oficina postal a cargo de la simpática dama Teresa Vivero,hermana de Juan y Enrique. Concluía ésta primera cuadra de la Alameda,con la chingana ubicada en la esquina con la calle La Paz. Dicha encomendería,propiedad de un comerciante asiático,ha mantenido su mismo aspecto desde aquel entonces a pesar de los muchos años transcurridos.
Pasando la calle La Paz,destacaba la propiedad de un solo piso con puerta falsa a la misma y frente,enrejado a la Alameda,en muy buen estado de conservación,perteneciente al jurista Dr. Eulogio Romero Romaña.
La vereda izquierda de la Alameda,era,indudablemente uno de los sectores más atrayentes. A continuación del bien conservado predio del Dr.Romero,existía uno bastante pobre y deteriorado,perteneciente a la Señorita Lafont,de vida un tanto extraña y poco visible. Luego,en simpática continuidad hasta tres fincas,muy semejantes por su reciente y moderna construcción,de un solo piso y agradable aspecto,delimitados por rejas de hierro y breves y bien cuidados jardines,pertenecientes a los esposos Alayza-Grundy,padres de Francisco (prematuramente desaparecido),Ernesto,Luis,Jorge y María Teresa,todos ellos,representantes del Foro,la Industria y la Acción Católica; a los esposos Rizo Patrón-Araoz,padres de numerosos hijos,destacados en el campo de la minería. Don Fernando Seminario y la bella señora doña Jesús Palacios,padres de Mercedes,Mariana,Carmen,Lola,Emma,Miguel y Fernando. Y finalmente,el amplio predio de la familia Menchaca,ocupado por los esposos Ferreyros-Ribeyro. Próximo a la esquina había un pequeño local que estuvo ocupado por la tan simpática como solitaria damita Doña Julia Tizón e inmediatamente después,la casa de Don Ramón Cabieses Chávez,antiguo vecino de la localidad,destacado funcionario de la Administración Pública y antepasado de Margarita,Teresa,José Antonio y Ramón Felipe Cabieses Valle Riestra. En la parte lateral y paralela a la Alameda existía la denominada pampa de Surquillo,de muy escasas y diseminadas construcciones,una de las cuales fue ocupada por el Dr. Pelegro Ferro,caballero italiano. La Alameda se prolongaba,hacia el mar en tan ostensible extensión,debido a la expropiación de varios terrenospor obra del Dr.José Pardo y cuyo nombre ahora se perpetúa en dicha Alameda.
La antigua Alameda,hoy denominada con toda justicia de Palma,antes de terminar se prolongaba por el lado izquierdo en una pequeña arteria denominada Centro,de no más de 25 ó 30 metros de longitud,que comunicaba con la Plaza de la Glorieta,existiendo en la vereda derecha la puerta falsa de la holgada y moderna residencia de la familia Fry,cuyo único hijo adolescente era de nuestro círculo de amigos. En la vereda izquierda,en marcado constante,dos pequeños y modestos ranchos,uno de los cuales - el más insignificante - fue ocupado desde 1912 por Don Ricardo Palma y sus hijas y en la siguiente por Don Alberto Franco,su esposa y sus hijos : Manuela,Alberto,Mercedes,Carmen,Rodrigo,Antonio y Francisco.
La Plaza de la Glorieta no era redonda ni ovalada,como es habitual,sino cuadrangular y alargada,cuyo lado izquierdo,correspondía,en primer término a la cocinería de doña Pola,de muy modestas características que como todo negocio criollo tenía sobretodo precaria higiene y la fácil adquisición de bebidas alcohólicas. A continuación el hermoso rancho propiedad de la familia Barreda,ocupada por Don Henry Revett,antiguo Alcalde local y en seguida,otro pequeño,habitado por el señor Heraud,esposa e hijos.
Antes de llegar a la esquina,un extenso rancho,delimitado por una alta reja de hierro,ocupada por los venerables esposos Gutiérrez,cuyas hijas,Ludomila y Celia,eran de permanente atractivo por su belleza y sencillez. La primera fue esposa de Don Eduardo Villena,distinguido Alcalde de Miraflores.
Concluía la vereda con la bocacale de La Esperanza,en cuyo inicio existía uno de los escasos locales de 2 pisos,en el superior de los cuales,vivió un conocido caballero italiano Don Juan Traverso,casado con la señora Magán,digna madre de 3 hermosas hijas y de Oswaldo. La mencionada plaza,continuaba a través de un estrecho pasaje con la de la Iglesia,situada en la parte más alejada,próxima a la calle del Progreso. Cerca a la casa del curato,existió una minúscula residencia ocupada por la familia Tudela y en la izquierda una pequeña calle,sin salida aparente que fue residencia del Ingeniero Don Enrique Silgado,funcionario de la Empresa Eléctrica.
Dicha calle de la Esperanza,en la que vivían los Rodrigo,los Buckley y los Lucio-Zúñiga (Zoila,Mary,Felipe y Luis),se extendía hasta la calle de Los Rieles cruzando Alcanfores y La Paz y comprendiendo el local del nuevo Mercado.
Iniciada en la calle Los Rieles,existe otra paralela a la mencionada Esperanza,llamada el Centro,que también cruza La Paz y se prolonga entre dicha propiedad de la familia Rodrigo. Las varias veces mencionada calle Centro,por su disposición especial,especie de callejón sin salida,está ocupada por las puertas falsas de las residencias de la Alameda y Esperanza,en número de diez ó doce,circunstancia que permite a los habitantes de dichas residencias,utilizarla,dada cierta privacidad,como recatado y cómodo lugar de tertulia en cualquier hora.
Volviendo a la descripción de la Plaza de la Iglesia,ella se caracterizaba por los abundantes rosales silvestres que perfumaban el ambiente y sobretodo por la existencia del clásico rancho de Palmieri,con su elevado y atrayente torrete de diez ó doce metros de altura. Ese rancho sirvió de residencia al Ministro del Uruguay,un distinguido magistrado,cuyo hijo,Juan Carlos Blanco Wilson,doceañero y contemporáneo de la mayoría de nosotros,era frecuente compañero de aventuras. Su poco dominio de nuestro enrevesado argot,sin entender del todo nuestro léxico de doble sentido,hacía de él,el particular motivo de nuestras entusiastas bromas,desprovistas de mala intención.
El lado derecho de la Plaza de la Glorieta,se continuaba insensiblemente con la calle de Lima,interrumpida en su comienzo con la pequeña calle del Circo,caracterizada por el eco que fácilmente se obtenía,al emitir algún grito y que comunicaba con la calle de Atahualpa,plena de corralones,espacio vacíos y muy escasas tiendas y que paralela a la calle de Lima,la volveremos a encontrar,desembocando en la denominada calle del Progreso. En la segunda parte de la calle Lima,en esquina,un suntuoso y bien enrejado rancho,de un solo piso y algunos metros por encima del nivel de la vereda,que ocupara el Presidente José Pardo,durante algunos días de permanencia en la localidad. A continuacón,un pequeño y bien provisto local de conservas y licores,almacen sobretodo de productos extranjeros - el único de Miraflores - que fue siempre motivo de atracción para chicos y grandes por la buena presentación de dichos productos,aunque sus precios estaban lejos de nuestras posibilidades.
Inmediatamente seguía una de las propiedades más valiosas y modernas de la localidad,de dos pisos y rodeada de extensos espacios verdes,de los esposos Sturrock,de nacionalidad británica y cuyo hijo,un mocetón alto y fornido,poseía un caballo que cabalgaba todas las tardes a galope,tendido por la terrosa Alameda (actual Avenida Pardo),concitando gran curiosidad y emulación de los pedestres palomillas del barrio.
Colindante,un pequeño local,ocupado por una peluquería de japoneses,donde al decir de viejos vecinos,fue otrora el Tambo de Don Mengoa. A pared de por medio,un rancho,amplio y de un solo piso,con el aspecto habitual de las residencias miraflorinas,ocupado por la familia Cáceres Menacho,que en su parte lateral,se abría un callejón,en cuyo único departamento interior,vivía Don Effio,respetable artesano,muy conocido en el ambiente y cuya hija,una muy simpática adolescente,fue mi primera aproximación amatoria del tímido y desorientado - en aquél entonces - autor de éstas líneas.
Dos casillas similares,recientemente construídas,una de las cuales ocupó la familia Revoredo,separaban del inmueble inmediato,que era la Comisaría de Polícia,edificada a comienzos de siglo,llamando la atención,la buena y moderna construcción,contrastando con el aspecto,poco agradable,de la mayoría de los locales similares de la capital. En ella actuó durante varios años,el dinámico comisario Señor Rainuzzo.
Antes de alcanzar la transversal,está la calle del Progreso,donde está el rancho de reja corrida,residencia de la educadora María Isabel Quiñónes. Hacia el este,en la misma calle del Progreso,próximo a la esquina con la calle Larco,está la residencia de la familia Elmore-Letts; hacia el oeste,un pequeño recorrido la unía con el extremo de la calle Atahualpa y siguiendo un trayecto incurvado,en contacto con la denominada calle San Ramón para terminar en la calle Schell.
La calle Lima terminaba en la calle Schell y en la esquina derecha se destacaba un hermoso y gran rancho de propiedad de la familia Wells,cuyo hijo Arthur,destacado futbolista,era titular del equipo del Lima Cricket Football Club. Dicha residencia,fue el remanente primitivo y lujoso del rancho propiedad de Don Guillermo Schell,uno de los populares residentes del pueblo. En la calle,que muy merecidamente lleva su nombre y que llegaba al comienzo del Malecón Balta,existía al frente de la propiedad de los Wells,una suntuosa mansión del venerable anciano,Don Germán Aparicio y Alvarado,antiguo rancho de Porras,adquirido en 1900. Dicha residencia poseía extensas rejas en el frontis y en la parte posterior,que colindaba con el comienzo de la calle de Porta y como otras propiedades,ostentaba un esbelto y alto mirador para el deleite de la contemplación de los atardeceres. Hijos del referido Dr.Aparicio,casado con la señora Rosa Mercedes Gómez Sánchez,fueron las señoras de Valdez,Elías,Palacio,Navarro Mar y los caballeros Germán,Víctor y José. La referida calle Schell,era transversal en relación a la calle Lima y hacia el oeste alcanzaba a la calle Bellavista,con escasas edificaciones; en tanto por el este,se encuentra un extenso jardín,rodeando una hermosa construcción,que fuera la antigua y elegante mansión de Don Alfredo Porta y posteriormente de Don Alfredo Benavides. El extenso y bello jardín,fue después urbanizado,dando lugar al llamado Pasaje de Los Pinos,árboles que fueron sembrados por Don Domingo Porta y que le dieron su aspecto típico a Miraflores. Próximo a la mansión de la familia Benavides - antiguo rancho de Porta - una nueva mansión de extensas y elegantes rejas de hierro,donde viviera la familia Larrañaga y después Don William Morkill. Concluía la calle Schell en una extensa propiedad tapiada,que fue ocupada por Don Ricardo Vélez,como casa-huerta,con sus hijos Ricardo,Jorge Luis,Eduardo,Leonor y María Angélica. Urbanizado el predio se prolongó la calle Schell y se abrió la calle Larco.
La bajada de los baños comienza en la calle Schell y en la vereda izquierda está el bebedero de Don Effio,siguiendo un bien delimitado conjunto de varias residencias : familia Ordóñez De La Haza,cuyo jefe es coronel del Ejército; de los esposos Emilio Rodríguez Larraín e Isabel Pendergast,hermoso núcleo familiar constituído por quince vástagos; de don Juan Harten,destacado miembro de la colonia alemana; de Don Carlos Washburn,respetable miembro de la Corte Suprema. De todas las residencias,sus puertas falsas se abrían en el callejón de Porta,que iniciado en la calle Schell,justamente próximo a la propiedad del Dr.Germán Aparicio,existió el rancho de la familia Avendaño.
La vereda derecha de dicha bajada,en la proximidad de la pequeña calle de San Ramón,posteriormente Malecón Balta,apoyada en el talud,inicia su recorrido con un extenso terreno,en el cual,la familia Leguía Ríos construyó una cómoda residencia;a la derecha después de la bocacalle de José Gálvez,las propiedades de los señores Rey Alvarez Calderón, de los Nycander y concluida la pequeña calle transversal,antigua calle de La Salud (posteriormente llamada Henry Revett). En tanto en el borde izquierdo está delimitado por un barandal,el lado derecho concluye con la transversal calle de Víctor Fajardo,que conduce a la calle Bellavista,en cuya esquina,un coquetón ranchito alberga a Don Adolfo Rau,caballero alemán. En dicha calle Bellavista,vivió un adusto señor igualmente alemán de origen,Don Adolfo Flemming. La mencionada calle Víctor Fajardo,concluía en un escampado que fuera ocupado por el Club Revólver,próximo al conocido cerrito de Arena,sitio que fuera de muchas avneturas juveniles. Recorriendo la calle Bellavista,atrayente por su aspecto umbroso y estrecho,se alzaba imponente - próximo a su unión con la calle Schell - un frondoso e impresionante fresno,que durante mucho tiempo,constituyó a manera de centinela,motivando un aspecto típico del balneario.
Para bajar a los baños,vencido el amplio espacio ya expuesto,formado por las residencias muy confortables,con profuso arbolado en sus jardines frontales,se inicia el recorrido por la mencionada quebrada,ciertamente desolada,verdadera cañada entre adustos lados de cascajo,al principio tendida y después de un trayecto de 300 metros,aproximadamente se intensifica la pendiente,hallándose el sendero,parcialmente cubierto con un techado de caña brava. El tramo tuerce algo a la derecha y la aparente aridez,tornándose en una zona musgosa,aún más estrecha y húmeda con abundante filtraciones a ambos lados,que favorecen el desarrollo de hermosos helechos y otras plantas,surgiendo acequias que captan el agua de las filtraciones,que llegan a la playa y que forman una pequeña y útil alberca de agua limpia. El camino termina en la explanada,donde existe el establecimiento de baños. La línea del tranvía detiene su recorrido antes de la curva y sirve mucho a los amantes de los baños,permitiéndoles un fácil acceso,libres del siempre fatigoso caminar de un kilómetro,más o menos,muy agradable para las personas amantes del buen andar.
En 1910 en Miraflores transcurría una plácida existencia. Su población era aproximadamente de dos mil habitantes,la mayoría afincados permanentemente en la localidad. El antiguo concepto que era un lugar transitorio para la convalescencia de personas de salud delicada había desaparecido definitivamente. Su proximidad a la capital,15 minutos por vía férrea,la existencia de mercado de abastos,de algunos negocios de provisión de alimentos,servicios eficientes de agua y desagüe,de alumbrado de gas proporcionado por la empresa de Chorrillos,la existencia de un aceptable acarreo de desperdicios,la permanente actividad de la policia,circunstancias todas que hacían cómoda y apacible la vida. El ambiente semicampestre,con algunos ranchos de amplios jardines y huertas,la abundancia de espacios libres fueron motivos más que suficientes para atraer a numerosos extranjeros.
Carecía el poblado de colegios particulares y sólo había un colegio fiscal mixto. Nuestro círculo de amigos,asistíamos a los colegios de la capital,siendo La Inmaculada y La Recoleta,los más frecuentados,luego seguían los de San Agustín y el Deutsche Schule. Los hermanos pequeños asistían a la modesta escuelita de la señorita Magán. Para el diario transporte a los colegios capitalinos,disponíamos del expreso que era un tranvía de primera y segunda clase,siendo ésta última,la preferida de nuestros padres,que pagaban los abonos del pasaje. Dicho transporte ingresaba al pueblo y salía a las 8:15 de la mañana,utilizado en particular por escolares y empleados que iniciaban sus labores a las 9 de la mañana.
En Miraflores,no existía ninguna sala de cine ó teatro. Los salones de té ó restaurantes eran desconocidos,los servicios religiosos sólo funcionaban los domingos y feriados. La mayoría de los habitantes no hacía vida nocturna. Los pájaros y los insectos,como las cuculíes y los grillos,daban al ambiente un tono más romántico y campestre.
Fuente : "Miraflores de Antaño" por Jorge Avendaño Hubner (1987).